Cuando se habla acerca de los créditos hipotecarios, o de vivienda, se habla de un capital obtenido a través de una entidad bancaria para comprar un inmueble o propiedad. Esta clase de capital se adquiere al establecer un contrato de pago con un banco. Lo que este contrato implica es que se debe retribuir todo el dinero del préstamo y, además, los intereses asociados al mismo. La manera en que esta clase de préstamos se paga es a través de cuotas mensuales repartidas por años o décadas, dependiendo de la capacidad de pago del beneficiario.
Para establecer la cantidad de dinero a desembolsar, y establecer los términos de pago, se requiere primeramente un estudio de crédito. Para realizar un estudio de crédito, se necesita entender el contexto económico del beneficiario, es decir, sus ingresos, historial crediticio, deudas actuales, personas a cargo, etc.
Posterior a este se deben establecer las bases del contrato de pago. Esto se logra a través de comparar el contexto económico del beneficio en conjunto con el tamaño de la inversión. Es decir, la cantidad de capital necesaria, los plazos de pago y el riesgo que debe asumir el banco al hacer el préstamo.
Todo esto en conjunto con distintas cláusulas que protegen al beneficiario y al banco, como es el caso de los seguros de inversión. Estos hacen referencia a los seguros de vida, de discapacidad y de salud que deben cobijar integralmente al beneficiario y contrato. De manera tal que este capital esté seguro en caso de complicaciones de salud o accidentes fortuitos.
Ahora bien, para poder financiar un inmueble, se requiere superar un primer obstáculo: La cuota inicial. La cuota inicial hace referencia al primer pago del inmueble en donde se establece el contrato entre el comprador y la inmobiliaria. Esa cuota inicial sirve para establecer una intención de compra y, además, un compromiso con la inmobiliaria y el banco que confirma el interés del comprador por adquirir una vivienda.
Para concluir, a través de un crédito hipotecario las personas pueden cumplir su sueño de obtener vivienda sin tener que esperar a tener la totalidad del dinero en su cuenta bancaria. Y, de esta manera, poder beneficiarse de las ventajas de una vivienda, al planificar este pago en el transcurso de los años venideros. Para formar un contrato de este estilo se requiere hacer un adecuado estudio de crédito de manera tal que beneficie al usuario sin ahogar su capacidad financiera. Por lo que se requiere el acompañamiento de compañías profesionales y confiables que ofrezcan esta clase de créditos hipotecarios.
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